En el post de hoy le daré un ligero giro a como escribo las entradas. En este caso no hablaré de la aplicación de un videojuego en la terapia. En su lugar, analizaré una condición psicofisiológica en un personaje de videojuegos, que por la imagen anterior ya saben que se trata de Ellie de The Last of Us.
Cuando conocimos a Ellie en la primera entrega tenía 14 años y ya había vivido eventos difíciles en su vida, perdiendo a su madre a un día de haber nacido, a Riley quién conoció en la zona de cuarentena de Boston y se volvió una gran amiga y su primer interés romántico. Estos hechos junto con lo que vive en la zona de cuarentena, hace que su realidad se presente bastante sombría y es en este contexto en el que ella descubre su inmunidad al virus Cordyceps (causante de la pandemia que se vive en The Last of Us).
Cuatro años después de lo sucedido en la primera entrega, Ellie sufre una pérdida enorme, que sucede frente a sus ojos y sin que ella pueda hacer algo para detenerlo. Este hecho desencadena un sentimiento de venganza, siendo este el motivo principal en The Last of Us Parte 2. A pesar de la gravedad del acontecimiento, no se aprecia una repercusión psicológica grave en Ellie.
Sin embargo con el paso del tiempo, vemos cómo Ellie desarrolla Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT). Algunos detalles clínicos encontrados en el TEPT son problemas en el aprendizaje y la extinción de los recuerdos (en especial el recuerdo traumático), sensibilidad aumentada a estímulos y comportamiento disociativo intermitente. Estos factores y muchos particulares a cada individuo, hacen que la vida se vuelva más compleja. Y si a este hecho le agregamos vivir en un entorno postapocalíptico y con el peligro constante de un hongo mutado, la calidad de vida sufre bastante.
En cuanto a la descripción anatómica existe un “eje” muy involucrado con esta condición, el eje hipotalámico pituitario adrenal, el cuál regula en los mamíferos las respuestas a factores estresantes. Este eje se ve regulado por el hipocampo y la corteza prefrontal (cuando se necesita inhibir/“controlar”), mientras que la amígdala (sí, esta es la original, no la que se menciona comúnmente cuando tenemos dolor de garganta) y células del tallo cerebral estimulan la liberación de hormonas liberadoras de corticotropina (estas hormonas inician un proceso de liberación de hormonas que indican “estrés” en el cuerpo y terminan liberando glucocorticoides). A la larga, la exposición prolongada a los glucocorticoides causa problemas en las neuronas hipocampales. Las cuáles están muy involucradas con los procesos de memoria.

Otro neurotransmisor muy involucrado con este Trastorno, es la Norepinefrina, la cuál funciona principalmente como mediadora de las respuestas al estrés en mecanismos centrales y periféricos, cuando este neurotransmisor se libera regula los umbrales de respuesta al estrés y promueve la codificación de memorias emocionales. Esto nos indicaría el factor de consolidación de las memorias dolorosas que dan pie al TEPT.
Nuestra querida Ellie se encuentra ahora también con el factor del TEPT, aunado a la realidad del mundo en The Last of Us. Lo delicado de todo esto, es que ante lo presentado en el juego, Ellie no cuenta con los recursos terapéuticos necesarios para tratar adecuadamente el TEPT, ya sean con terapias cognitivo conductuales o el uso de medicamentos, dejándola a su suerte para considerar la mejor manera de romper su ciclo de dolor.
En general había querido hacer una entrada sobre The Last Of Us II, pero el hecho de limitarme para no caer en spoilers y no poder discutir a plenitud todo lo que este gran juego aporta, me limitó a centrarme en un aspecto particular de un personaje. El eje central del juego es la venganza y cómo el dejarnos guiar por ella, y el dolor, puede llevarnos a…
Autor: Mario H. Vásquez
Referencias:
Sherin J.E., Nemeroff C.B. (2011) Post-traumatic stress disorder: the neurobiological impact of psychological trauma, Dialogues in Clinical Neuroscience, Sept 13 (3), 263-278
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3182008/