De las primeras cosas que te enseñan en Informática es que existen dos grandes grupos de componentes electrónicos: los internos y los periféricos. Obviamente todos son importantes y todos son útiles; sin embargo, a la hora de la verdad, siempre hay periféricos de los que puedes prescindir, pero nunca podrás prescindir de elementos de hardware.
Hace unos meses asistí a unas jornadas en las que juntaron en una misma mesa redonda a cinco mujeres, cuya labor profesional se dedica de una forma u otra al ámbito de los videojuegos, para hablar sobre la situación actual de las mujeres en el sector laboral de los videojuegos. Todas ellas comentaban que aún hoy, existe poca presencia femenina y que se necesita apoyar y visibilizar más a las compañeras.
En medio de esa conversación, recuerdo que una de las ponentes animó a reflexionar sobre las presentaciones que se hacían de videoconsolas y videojuegos, y cuán llamativo era que, en su gran mayoría, esas presentaciones las realizaban hombres, destacando especialmente aquellas que estaban dedicadas a hablar del hardware.
Otra de las ponentes concluyó que, lo más probable sería que, de ser una mujer la que apareciera ante el público para dar explicaciones sobre el hardware de una videoconsola o sobre nuevos componentes para PC, una gran parte del público buscaría dejarla en evidencia debido al afán de demostrar que una mujer no puede saber tanto como un hombre acerca de ese tema. Como si saber de circuitos y conexiones dependiera de algo más que de nuestra formación y nuestros intereses.
Dejando a un lado lo probable o improbable de esa situación; esto me dio qué pensar. La sensación que me transmitieron aquel día aquellas mujeres fue que, como muchas otras, aún siendo personas con una amplia formación, un bagaje y una trayectoria profesional dentro de la industria, tendrían reparos a exponerse a una situación de ese tipo. Algo, para mí inconcebible.
Empecé a darle vueltas a este tema y, salvando las distancias, es como si las mujeres estuviéramos en la periferia, con nuestros set-ups bonitos y cuquis, con colores suaves, lucecitas y orejas de gato; y ellos estuvieran en el centro, con el hardware, lo duro, lo complicado, donde todo es negro y metálico. Hay quien leerá esto y pensará que estoy rizando demasiado el rizo; pero conozco demasiadas compañeras a las que, aún les da miedo montar su propio equipo, cuando son totalmente capaces de montar la estantería más complicada del Ikea sin ayuda; por no hablar de ponerse a programar. Porque “es muy difícil”.
La realidad es que “nos venden” que es muy difícil y muy duro, lleno de anclajes, de componentes, de cables… De signos y símbolos raros… Pero la realidad es que, al igual que todo, ese aprendizaje no requiere más que interés, paciencia y horas de práctica. Y sin embargo, los porcentajes de Ingeniería siguen siendo muy bajos, y el de profesionales del sector, aún más.
Hace tiempo escribí acerca del síndrome de la impostora, y de cómo muchas veces yo misma no me sentía lo suficientemente preparada como para hablar de un tema como son los videojuegos. Me sorprendió la cantidad de mensajes que recibí de personas que también se sentían así, cuando yo sin embargo, las consideraba personas muy competentes, con un conocimiento acerca de los videojuegos muy amplio.

Esto me hizo pensar que, seguramente todas en algún momento, nos estemos sintiendo impostoras en ámbitos y campos profesionales que controlamos sobradamente. Y que, por ello, aun habiendo superado muchos obstáculos, de alguna forma, sigamos quedándonos en la periferia. Algunas porque lo sienten como un sitio tranquilo en el que no hay asumir muchos riesgos, y otras porque nos vemos obligadas a quedarnos allí, porque el camino al centro está cortado.
¿Por qué nos ocurre esto? Quizá se deba a la obstinada masculinización del sector, o a sentimientos derivados de la autoexigencia, la inseguridad, la vergüenza, el temor a las críticas y los comentarios negativos, o por querer evitar la sobreexposición y sus posibles consecuencias…
La realidad es que, muchas mujeres relatan dificultades a la hora de hacerse un hueco dentro del ámbito de la tecnología, y sobre todo en el ámbito de los videojuegos. Cierto que, las parcelas relacionadas con la Comunicación y el Marketing, cuentan con mayor representación femenina; pero sigue costando que, en el centro, diseñadoras, programadoras, e ingenieras tengan sus espacios.
No cuesta tanto ver mujeres presentado, escribiendo, o entrevistando; sin embargo, pocas veces se muestra a una mujer para hablar de temas como los mejores componentes para montar tu PC, los nuevos sistemas de refrigeración, sobre lenguajes de programación o motores para la creación de videojuegos. Instintivamente se busca a hombres para hablar de esos temas, una prueba más de que, esta industria sigue siendo algo masculinizado, donde con frecuencia, las mujeres siguen estando relegadas a la periferia; sin ser tenidas en cuenta, ni gozar de la misma credibilidad que sus compañeros de profesión…